La Responsabilidad Universal por Lama Zopa Rimpoché
El propósito de nuestra vida no es sólo resolver nuestros problemas,
obtener felicidad para nosotros mismos. El propósito de nuestra
vida es ser de utilidad para los demás, beneficiar a los otros seres
que sienten, tanto si se trata de uno como de muchos. No obstante,
la verdadera razón de nuestra existencia es liberar a los innumerables
seres que sienten el sufrimiento y conducirlos a la felicidad
insuperable de la Iluminación completa. Éste es el sentido de
nuestra vida. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad universal
de llevar la máxima felicidad a todos los seres que sienten.
¿Por qué tenemos tal responsabilidad? Si generas compasión en
tu mente no dañarás a los demás. La paz y la dicha son la ausencia
de dolor. Al no causar perjuicio a nadie, estás ofreciendo paz y felicidad
a todos los seres. Y no sólo eso, si tienes compasión, les beneficias
además de un modo más activo. Cuanto mayor sea tu compasión,
mayor será el beneficio que aportarás a otros seres que sienten.
Así pues, toda esta paz y felicidad que los demás experimentan
como resultado de tu compasión, viene de ti, depende de ti. Está en
tus manos, porque generar o no compasión hacia los demás está en
tus manos. Si no tienes compasión, nadie recibe la paz y la felicidad
que tú puedes ofrecer; pero si la desarrollas, toda esta paz y felicidad
que experimentan los seres, la reciben de ti. Por lo tanto, tienes
la responsabilidad universal de llevar paz y felicidad a todos y cada
uno de los seres que sienten.
Ahora, deja de leer un momento y medita en el sentimiento de
responsabilidad universal, tal como he explicado –que si tienes
compasión por todos los seres vivos, cada uno de ellos recibe de ti
una paz y una felicidad inmensas; cada uno de ellos está libre de todo
mal proveniente de ti–. Piensa: “Toda esta paz y felicidad que los
seres experimentan y disfrutan depende de mí”. Piensa en las razones
que te han llevado a tal conclusión y mantenlas en la mente
mientras tratas de sentirte responsable de la paz y la felicidad de los
seres que sienten del universo entero.
Medita en el pensamiento siguiente: “Yo soy responsable de la
paz y la felicidad de todos los seres”.
Sería estupendo si practicaras esta atención en tu vida. Y aunque
no puedas efectuar otras prácticas –recitación de mantras, sadanas
de deidades, otros preliminares, etc.– si eres capaz de tener presente
que el propósito de la vida es llevar la felicidad a todos los seres
y te sientes responsable de ello, si puedes mantener tal actitud, recordándola
una y otra vez, darás a tu vida un gran significado y beneficiarás
a los demás naturalmente, automáticamente.
Si eres capaz de permanecer atento a tu responsabilidad universal,
todo cuanto hagas –caminar, sentarte, dormir, trabajar, conversar,
comer, cualquiera acción que emprendas– se transformará en
actitud positiva. Cada acción de tu cuerpo, palabra y mente se transforma
inmediatamente en servicio para los otros seres que sienten.
Cuando duermes, duermes por otros; cuando comes, comes por
otros; cuando trabajas, trabajas por otros; cuando hablas, hablas para
beneficiar a los demás, para llevarles felicidad. En el momento en
que tu actitud cambia de este modo, todo lo que haces se convierte
en una acción que beneficia a los demás.
Una hora, un minuto antes de cambiar de actitud, estabas actuando
motivado por el ego y el egocentrismo y todo lo que hacías
era impuro, no era causa de Iluminación. Porque estabas motivado
por el ego, el apego gobernaba tu mente y tus acciones no se convirtieron
en causa de felicidad duradera, en la liberación del samsara
–los seis reinos de sufrimiento y su causa–. No se convirtieron siquiera
en causa de un renacimiento favorable o de una felicidad que
trascienda esta vida. Porque tus acciones estaban motivadas por el
ego y el apego, porque estabas aferrado a esta vida, se convirtieron
únicamente en causa de sufrimiento.
Pero en el momento en que generas el pensamiento: “Soy responsable
de la felicidad de todos los seres que sienten; éste es el
propósito de mi vida”, y sientes en ti esta responsabilidad universal,
de repente, todo lo que estás haciendo se transforma por completo.
Se transforma en algo positivo para los demás. Se vuelve provechoso.
Se convierte en una acción pura que no ha sido mancillada por
el ego. Se convierte en darma. Tus acciones se convierten en darma.
Ésta es la mejor meditación que puedes hacer. Mientras trabajas, estás
meditando. Mientras estudias, estás meditando. No importa lo
que estés haciendo, estás meditando. No hay separación alguna en-
tre tu vida y tu meditación: Toda tu vida se convierte en meditación.
Si eres capaz de mantener tu mente concentrada en este pensamiento,
aunque no puedas hacer otras muchas prácticas, esta actitud
positiva, el pensamiento de beneficiar a los demás, convierte todo
cuanto haces en la mejor clase de darma, en la mejor causa de felicidad.
Todo lo que haces se convierte en causa de felicidad y de Iluminación.
Toda tu vida cotidiana te acerca más y más a la libertad
última del estado de buda.
Si no hay compasión en tu corazón, lo que queda es el ego, la
mente egocéntrica. Esto significa que tu vida entera está dedicada a
tu propia felicidad. ¿Y qué pasa con los demás? Ellos también quieren
ser felices. Tú no eres el único que necesitas felicidad; los demás
también la necesitan. Por eso es tan fácil chocar con los demás
cuando te encuentras bajo la influencia del ego. La mente egocéntrica
causa problemas, dificulta las buenas relaciones, crea desarmonía,
etc.; es fácil de comprender. Cuanto más poderoso es tu ego,
mayores son los problemas que experimentas en tu vida. A los demás
les resulta difícil permanecer a tu lado. Y si alguna vez encuentras
un amigo, tu ego y las otras emociones se encargarán, tarde
o temprano, de transformar a tu amigo en enemigo, pues el ego
genera apego y el apego provoca enfado.
Siempre que actúas bajo el estímulo del ego dañas a los demás,
porque el propósito de tu ego es alcanzar felicidad para ti en detrimento
de los demás. A causa del ego surgen otros pensamientos discriminatorios,
como el enfado y los celos, que producen acciones
negativas y dañan a otros seres que sienten. Mientras vas de una vida
a otra con el ego y con los otros pensamientos emocionales discriminatorios,
estás dañando constantemente a los demás y todos los
seres reciben perjuicio de una persona: tú.
No obstante, si generas compasión, todos los seres que sienten
reciben paz y felicidad de esa misma persona: tú. Si todos los seres
que sienten se enfadan contigo y te dañan o incluso te matan, tú sólo
eres uno; pero si ese uno, tú, no practica la compasión, el buen
corazón, innumerables seres están corriendo el riesgo de ser perjudicados
por ti: hay peligro de que ese uno, tú, perjudique a innumerables
otros. Así pues, tanto si los otros practican como si no practican
la compasión, primero tienes que hacerlo tú. Desarrolla el
buen corazón.